El Día Internacional de la Mujer no es un segundo día de las madres, más bien es una fecha de reconocimiento, de conmemoración, de respeto y de asimilación de la dignificación de la mujer.

Es en el año de 1975 cuando la Organización de las Naciones Unidas reconoce este día como el Día Internacional de la mujer, después de un largo y tedioso camino de persistencia que comienza con movilizaciones de carácter laboral en fábricas alrededor del mundo a inicios de siglo, exigiendo horarios laborales más justos, la abolición de la explotación infantil y mejores salarios.

En esta fecha son recordados los sucesos que han dejado evidencia del poco interés y el nulo respeto hacia los derechos, la vida y la dignidad de las mujeres por parte de la sociedad, realidad que día a día aún nos acompaña maquillada de un sin número de matices en pleno 2021.

A nosotras las mujeres no nos basta con vivir en un ambiente de alta inseguridad, haber crecido en familias cuya cultura machista te controlaba e inducía a cometer acciones que te privaban de tus propias libertades como individuo como el simple hecho de jugar. Te enseñaban a respetar y a obedecer con base a la violencia y el castigo desde la infancia, obediente y sumisa ante cualquier figura de autoridad y colocando en un pedestal a cualquier figura masculina, enseñándote a fungir tu papel como la mujer de la casa desde muy corta edad. Tampoco te permitían explorar algún tipo de interés que no estuviera en tono con lo que una niña debería interesarse, tal es el caso de los juguetes o modos de juego que más tarde se volverían actividades a nivel técnico o profesional ante las cuales tu familia y la sociedad por supuesto, no iban a apoyarte.

“Lo esencial de la dominación masculina radica en la violencia simbólica.” Pierre Bordieu

Sin embargo, soportar acoso sexual por parte de tus amistades, tus vecinos o incluso de familiares, es una habilidad o fortaleza que siendo mujer tienes que ir desarrollando desde tus primeros años de vida, indispensable para sobrevivir y salir adelante, sobre todo porque, seguramente serás señalada por terceras personas y por supuesto serás responsable de haber provocado que te hayan faltado al respeto en cualquiera de las medidas posibles.

 

Al mismo tiempo crecer viendo las películas de Disney en donde te enseñaban de pequeña a ser una figura femenina buena, bonita, delicada, bondadosa haciendo lo impensable por el amor de tu vida “esperando al príncipe azul” con una actitud de pasividad infinita para lograr ser rescatada, aceptada y encontrar al amor de tu vida, ha sido una idea que sin duda ha permeado las mentes de nuestra sociedad de manera paralela y ha distorsionado totalmente la realidad de un gran número de mujeres que alguna vez consumieron estos productos cinematográficos.

¿Queremos palomitas para continuar disfrutando este escalofriante escenario?

¿Qué te parecería si tus oportunidades, tus sueños, tu libertad desde pequeño se vieran mucho más limitada en el momento en que el médico que te ayudó a llegar al mundo mencionó a tus padres–“Es una niña” .

A veces parecería que haber nacido siendo mujer fue simplemente un error, o así nos lo hacen parecer. ¿Es acaso una condena? Tú mismo cuerpo te hace sentir incómoda cuando comienzas a desarrollarte gracias a las miradas que comienzan a presentarse. A veces me río porque las personas parecen curiosas, algunas otras veces siento un profundo terror, sobre todo cuando las miradas vienen de ojos vidriosos masculinos, cuando algún hombre en tu camino comienza a seguirte, y comienzas a sentirte asechado como una presa en tu ambiente cotidiano, caminando de regreso a casa o camino al trabajo deseando con todas las fuerzas poder llegar y volver a ver a abrazar a tus seres queridos un día cualquiera, comenzando a temblar y sentir escalofríos, estando consciente de los hechos que ocurren día con día.

Estamos al tanto del desdichado aumento de feminicidios ocurridos en nuestro país y en nuestra ciudad en los últimos años, situación que no ha generado mayores acciones por parte de las autoridades y se convierte en un tema polémico cuando grupos radicales feministas se ven implicados.

Aquí surge la duda… si nosotras no alzamos la voz, entonces, ¿Quién nos defiende?

Luchamos y gritamos por nuestros derechos humanos, derecho a la vida a la libertad, a no tener más miedo, luchamos por el reconocimiento de nuestro trabajo y la dignidad que merecemos como iguales.

A veces me pregunto ¿Qué pasaría si Dios hubiese sido mujer?