Narcotráfico en la ciudad de México ruptura en el tejido social

EL NARCOTRÁFICO EN LA CIUDAD DE MÉXICO: LA RUPTURA DEL TEJIDO SOCIAL

“Nadie va a morir de ortografía ni de educación, pero la ortografía es un reflejo de la educación y la educación está detrás de todos los problemas”.

-Pablo Zulaica.

El narcotráfico en México es una realidad que ha permeado la sociedad desde principios de la década de los 80 y que se recrudeció en la década de los 90, saliéndose de control a partir de la guerra contra el narcotráfico implementada por el gobierno del ex presidente Felipe Calderón Hinojosa (2006 – 2012).

La evidente corrupción de los altos mandos policiales junto con la pobreza de las zonas rurales, apoyaron las redes de suministro y producción del narcotráfico a lo largo y ancho de México, estimulando el poder de negociación y control de los grandes cárteles, financiando campañas políticas, pavimentando carreteras y en algunos casos, hasta estimulando las economías locales. La imagen del campesino pobre y del pueblo sin justicia fue hábilmente aprovechada por el crimen organizado, prometiendo con fuertes sumas de dinero la solución a todos sus problemas; invitándolos a formar parte de esa gran cadena de producción de marihuana y finalmente a ser repartidores, así como consumidores.

La solución del Estado fue radical y apresurada: “metamos al Ejército, total, nuestras Instituciones castrenses son leales y patrióticas”, desafortunadamente, el sueldo de un soldado raso no era mejor en 1990 que en 2017, lo cual dio pautas para que algunos elementos del Ejército fungiera como entrenadores y posteriormente parte de las líneas ofensivas y defensivas de los cárteles de la droga, tal fue el caso del nacimiento de los Z en la década de los 90 (este particular nombre se deriva de las claves que empleaban los GAFE), cuyos inicios se remontan a los GAFEs (Grupo Aeromóvil de Fuerzas Especiales), un grupo de fuerzas especiales del ejército mexicano que tuvo entre sus filas a los más destacados elementos de la Institución, entrenados inicialmente por la Gendarmería Francesa, las Fuerzas Especiales de los Estados Unidos y el Sayeret Matkal de Israel.

ejercito en carreteras mexicanas

Ante esta intoxicación, el gobierno federal optó por incorporar a la Marina en los patrullajes e incluso incrementar las acciones preventivas en los puntos de revisión del Ejército en carreteras federales. La “militarización” de las fuerzas de seguridad ha llegado a tal grado que en junio de 2017, el gobierno federal dispuso que las capitanías de puerto pasaran a manos de la Secretaría de Marina para una mayor detección de ilícitos en materia de comercio exterior, fomentando la seguridad de las aduanas marítimas del país.

¿Un cártel en Tláhuac?

“¿Cómo?, ¿un cártel en Tláhuac?, ¿en medio de una crisis política que se acerca más y más con la elección presidencial del 2018?”, se repiten senadores, diputados y el gobierno federal, pero para el lector quizá esto no parezca sorprendente, pues todos los ciudadanos vemos el día a día del crimen organizado, la prostitución, la violencia y el narcomenudeo, situación que a nuestras autoridades, aparentemente, les resulta inverosímil.

Tepito, La Joya (o el hoyo como es comúnmente nombrado), la Progreso, y seguramente tres cuartas partes del Valle de México son focos rojos que ninguna autoridad tiene presente, lugares donde la ley del más fuerte rige los premios y los castigos de los habitantes, donde los jóvenes sin oportunidades prefieren robar o matar por 3,000 pesos.

barrios peligrosos en la CDMX tepito

Ante este panorama Tláhuac no es la diferencia, sino que es una constante que nos ha rodeado desde hace más de 20 años, una representación evidente del Estado fallido y del desinterés de las autoridades por el bien común, la indiferencia de la sociedad y la pobreza de la media poblacional.

En la Ciudad de México siempre ha habido narcotráfico, solo que en algunas zonas es más palpable que en otras, la diferencia radica en que anteriormente el gobierno tenía un pacto con el crimen organizado, un convenio implícito en el que se asaltaban ciertas zonas y algunas personas eran intocables, como por ejemplo durante el gobierno del ex presidente José López Portillo y su muy buen amigo Arturo “El Negro” Durazo.

¿Mayor gasto en seguridad es menos crimen organizado?

Una de las políticas del gobierno federal es incrementar el gasto en seguridad pública, comprar más cámaras de seguridad, mayor alumbrado público, más patrullas, contratar más elementos para la Secretaría de Seguridad Pública, mayor financiamiento a las fuerzas armadas e incluso hasta impartir costosos talleres a funcionarios de alto nivel en materia de seguridad, pero, ¿todo esto es necesario?

En un sentido objetivo y crítico, el Estado monopoliza el uso de la violencia, por lo que garantiza la seguridad, libertades, derechos y obligaciones entre gobernantes y gobernados, honrando el Contrato Social en el que dicho ente político se formó, en este mismo orden de ideas, es la obligación del gobierno mantener dichos elementos para que la cohesión social continúe, manteniendo el sentido de estabilidad y paz que permite el desarrollo del individuo.

Siendo así la fundación del Estado, ¿qué se requeriría para mantener dicha cohesión social en amplio sentido? Inicialmente, el individuo tiene que satisfacer sus necesidades básicas (alimenticias, educativas, de salud, entre otras), posteriormente sus deseos (un auto nuevo, una casa, esparcimiento, una familia, entre otros), lo que nos lleva a cuestionar la política del Estado para satisfacer las necesidades y deseos del individuo. El Estado tiene la obligación de proporcionar educación, salud, salario digno, entre otros elementos que podemos ver según la Carta Magna de cada ente político, lo cual podría representar que el Estado se encarga de satisfacer las necesidades básicas del individuo, mientras que este último se encarga de satisfacer sus deseos, es decir, el Estado debe proveer de servicios que puedan otorgar las oportunidades necesarias para que una persona se desarrolle y aproveche su potencial para formar parte activa y propositiva de la sociedad, cosa en la que México ha fallado evidentemente.

Así pues, podemos darnos una idea de que el problema no es de seguridad, la raíz del problema radica en las oportunidades que da el Estado para el desarrollo del individuo, en que este se ve imposibilitado en satisfacer las necesidades básicas de la población, orillando a los menos afortunados a optar por actividades que laceran el tejido social, que hieren el sentido de nacionalismo y comunidad que fundaron este país. La única forma de que un individuo puede llegar a ser igual que otro es mediante la educación, elemento que es capaz de otorgar las mismas oportunidades a todos, lo cual a su vez representa un cambio radical en el sistema educativo. El problema pues no es de seguridad, no es el narcotráfico, no es el robo a mano armada, no es la violencia, el verdadero problema es educar a una masa poblacional con serios resentimientos hacia sus semejantes, con un racismo arraigado, una falta de meritocracia y una evidente actitud oportunista.

Educación en México contra el narcotráfico

La educación es la única manera en que las clases pobres pueden superar su pobreza, en que las clases medias sean conscientes de su realidad y de que las clases altas tengan responsabilidad social, solo a través de la educación Japón cambió su militarismo por ser una de las naciones más pacíficas de la segunda mitad del siglo XX, China cambió su economía maquiladora por una innovadora a través de las Cuatro Modernizaciones en la década de los 90, Alemania erradicó el nazismo y promovió el sentido de inclusión en dos ocasiones (1947 y 1990), la historia  nos ha demostrado que la única manera en la que una sociedad puede avanzar es disminuyendo la ignorancia e incrementando la cultura, ¿qué espera México para hacerlo?

 

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